El madrigal es una composición breve y amorosa de procedencia italiana, a la que no le falta ingenio y delicadeza. Es famoso el madrigal de Gutierre de Cetina que comienza
"Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
Más bellos parecéis a aquel que os mira,
No me miréis con ira,
Porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
Ya que así me miráis, miradme al menos."
El epigrama es también breve como el madrigal, pero de tema muy variado, pues con tono festivo censura finamente la conducta y el modo de ser de las personas. Así lo definió en verso Juan de Iriarte:
"A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce, punzante".
Tiene su origen en las inscripciones funerarias griegas y los romanos la aplicaron a asuntos diferentes. En nuestra literatura han escrito epigramas escritores pertenecientes a todas las épocas. Es muy celebrado el de Bretón de los Herreros que reza: "Vive en esta vecindad cierto médico poeta, que al pie de cada receta.
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