Diferentes tipos de textos hemos visto en esta página, sin embargo pocas veces hemos hablado de una composición poética extensa y con tono elevado: la oda. Hoy vamos a ahondar de una manera sencilla en la definición y la caracterización de este tipo de texto. Recuerda que se denomina oda a una composición poética en verso y al subgénero lírico en el que se enmarca, caracterizados por un tono elevado, casi de canto, y por abordar una temática religiosa, heroica, amorosa o filosófica, que contiene una reflexión del poeta. Su extensión es variable, tanto como su métrica y estructura, que han cambiado junto con la poesía a lo largo de los siglos.
En general se llama oda a cualquier texto poético destinado a ser cantado, ya que inicialmente este género (proveniente de la antigüedad griega) era acompañado con música, y se componía de dos vertientes: coral y monodia, cantada por varias voces o por una sola, respectivamente.
Es común que las odas consistan en una exaltación de ciertos valores, por lo que se suelen dedicar a los “grandes temas” de la humanidad: el amor, la guerra, la muerte, los imperios, los placeres, etc. Un perfecto ejemplo moderno es la Oda a la alegría compuesta por Ludwig van Beethoven a partir de un texto poético original de Friedrich Schiller.
Otros célebres cultores de este género poético fueron los poetas Píndaro (518-438 a.C.), Anacreonte (574-485 a.C.), Horacio (65-8 a.C.), Garcilaso de la Vega (1498-1536 d.C.), Fray Luis de León (1528-1591), Víctor Hugo (1802-1885) y Pablo Neruda (1904-1973), por citar sólo algunos ejemplos.
Tipos de oda
Existen muchas consideraciones respecto a las odas, ya que han perdurado desde tiempos antiguos. En líneas generales se las puede clasificar según su tema y estructura, de la siguiente manera:
-Pindáricas. La forma clásica de la oda, de rima regular y temas exaltados, cuyo nombre proviene del poeta Píndaro de la antigüedad clásica griega.
-Horacianas. Llamadas así por la obra de Horacio, el poeta latino más importante, suelen tener tono íntimo y ritmo regular.
-Anacreónticas. Bautizadas en honor a Anacreonte, poeta griego que cantó al amor y al erotismo, suelen ser clásicas y estar centradas en dichos temas.
-Románticas. Su nombre no tiene que ver con el amor y el romance, sino con el Romanticismo, movimiento estético surgido en el siglo XVIII y opuesto al Racionalismo y la Ilustración. Se caracteriza por nuevas ideas en la oda y un tono más emocional y subjetivo.
-Sagradas. Aquellas que versan sobre temas religiosos o místicos, como alabanzas a Dios y a la experiencia de lo divino.
-Heroicas. Aquellas que cantan las hazañas de los héroes, tanto antiguos como modernos.
Ejemplos de oda
Algunas odas reconocidas son:
“Oda II” de Anacreonte (fragmento)
El ser Supremo en todo
(que Dios debe nombrarse)
con sabia providencia
la perfección reparte;
dióle a los elementos
fecundidad notable,
instinto dio a las bestias,
a los peces y aves,
entendimiento al hombre,
haciéndole a su imagen,
y una voluntad libre,
con que pueda inclinarse
a él recto bien honesto,
útil, y delectable.
¿Y qué dio al Alma Justa?
Gracia, con que elevarse
sobre las perfecciones
y dotes naturales:
lo que amando a Dios logra,
y pierde por no amarle.
“Oda a la alegría” de Friedrich Schiller (fragmento)
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
“Oda al Niágara” de José María Heredia (fragmento)
Templad mi lira, dádmela, que siento
en mi alma estremecida y agitada
arder la inspiración. ¡Oh!! ¡cuánto tiempo
en tinieblas pasó, sin que mi frente
brillase con su luz!… ¡Niágara undoso;
tu sublime terror sólo podría
tornarme el don divino, que, ensañada,
me robó del dolor la mano impía!
Torrente prodigioso, calma, calla
tu trueno aterrador; disipa un tanto
las tinieblas que en torno te circundan;
déjame contemplar tu faz serena
y de entusiasmo ardiente mi alma llena.
“Oda a los calcetines” de Pablo Neruda (fragmento)
Violentos calcetines,
mis pies fueron dos pescados de lana,
dos largos tiburones
de azul ultramarino
atravesados por una trenza de oro,
dos gigantescos mirlos,
dos cañones;
mis pies fueron honrados de este modo
por estos celestiales calcetines.
Eran tan hermosos que por primera vez
mis pies me parecieron inaceptables,
como dos decrépitos bomberos,
bomberos indignos de aquel fuego bordado,
de aquellos luminosos calcetines.
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